viernes, 19 de diciembre de 2014

CUBA


El mundo estuvo a punto de estallar en pedazos en el año 1961 por culpa de los misiles que Nikita Kruschev estaba instalando en Cuba. Los generales estadounidenses querían disparar y John F. Kennedy tuvo el temple necesario para evitar que el mundo volviera a la edad de piedra. Cuba era un hervidero antes de Castro. En la dictadura de Batista el país era una fiesta con un alto nivel de vida y corrupción que quedó muy bien dibujada en la película Havana con Robert Redford y Lena Olin. Después llegó Castro para limpiarlo todo y lo ensució todo y mutiló a los cubanos. Los que tienen coche actualmente llevan aún los Buick de los años cincuenta, y lo que produce el país va a parar a las manos privadas de los Castro mientras la gente no tiene para comer. Los cubanos están encerrados en la ratonera de los Castro. Y lo de ahora es una incógnita porque no se sabe lo que va a ocurrir. Es normal que Obama diga con pena que todos somos americanos, pero aquel pedacito de América necesita que desaparezcan los Castro para que los ciudadanos puedan recuperar la dignidad, para que todos y no sólo los turistas puedan volver a tomar mojitos en la Bodeguita del Medio y para que la gente vuelva a bailar en la calle sin lágrimas en el corazón.

jueves, 27 de noviembre de 2014

TRES CURAS Y UN SEGLAR


Este título podría ser el de una rondaia con las aventuras de gente buena y sus anécdotas, aunque hubiera demonios y gigantes; pero no es así. Se trata del título de un artículo de prensa que habla de tres curas y un seglar investigados por delitos de pederastia. Un asunto que ocupa muchos titulares en todos los medios de comunicación. Estos delitos causan daños difíciles de reparar en las víctimas y un corrosivo estupor a los que leemos las noticias. Se trata de un problema muy antiguo: el emperador Tiberio llamaba pececitos a sus víctimas y mandaba tirarlos por un acantilado de la isla de Capri cuando quería renovar la compañía. Y ya en la edad media atribuían esta maldad a los íncubos y a los súcubos. Parece que no hay solución para tal iniquidad, ni siquiera la castración (química o quirúrgica) parece dar resultado, así que los eunucos tampoco serían de fiar. Ante esta situación, y dado que muchos de los casos actuales se atribuyen a los clérigos, uno se pregunta si los votos de castidad sirven para algo, si el celibato no es un cruel anacronismo que daña el cerebro a algunos de los que, seriamente, han hecho votos para vivir en contra su propia naturaleza, pero uno se pregunta tantas cosas…

jueves, 20 de noviembre de 2014

LA NATURALEZA HUMANA


Se trata de un concepto sobre el que se han posicionado muchos filósofos. Darwin decía que podía cambiar con el tiempo, Rouseau que era maleable; Hegel, Nietszche y Sartre, entre otros, lo pusieron en entredicho; y la psicología moderna no se define. Y nosotros, la gente de la calle, ¿qué tenemos que pensar? Pues yo creo que empezamos a pensar que la naturaleza humana, entre otras cosas, tiene una mancha que no varía con el tiempo, que no es maleable y que se hace ostensible cada día en televisiones y periódicos: la corrupción. No podemos complacernos apuntando nuestras miradas inquisidoras hacia los políticos porque somos nosotros quienes los hemos elegido para que nos representen, y ahí sí que tendrían razón algunos filósofos sobre la maleabilidad del término. El empirista David Hume gastó toneladas de tinta escribiendo tratados sobre la naturaleza humana, creo que fueron tres tomos de unas mil páginas cada uno. Lo desmenuzó todo, buscando las partículas más pequeñas de la conducta. Uno puede entretenerse y reflexionar con estos tratados, pero al final la sabiduría popular siempre es más sabia (a pesar del comentario de Einstein), esa sabiduría popular creo que le diría a Hume:

No le des tantas vueltas: la cabra tira al monte.

viernes, 1 de agosto de 2014

LA PLAZA DE CAMPANET


Toquinho cantaba que en los mapas del cielo el sol siempre es amarillo, y yo relaciono esta poética canción con la plaza de Campanet por el recuerdo de cuando los niños dibujábamos la iglesia; lo hacíamos con lápices de colores cuya caja de cartón verde tenía un paisaje alpino con cerros nevados tras un vivaracho cervatillo. En estos dibujos de la iglesia, arriba, pintábamos un sol amarillo; marcábamos los sillares de las paredes con cuadritos de color beig y las campanas de negro. Creo que no me curaré nunca de la nostalgia de aquellos tiempos en los que dibujábamos soles amarillos, comíamos helados en la plaza y jugábamos al escondite en los arrabales. Nada ha cambiado, sólo las personas. Muchos de los niños de los años sesenta y setenta ahora somos padres y algunos ya son abuelos; pero la plaza de Campanet sigue impasible, indiferente al paso del tiempo. Pasaron más de cuarenta años y muchos de los que estábamos allí de niños continuamos, inconscientemente, fascinados por la sosegada brisa que se respira, por las tertulias, por las personas, que no son ajenas; y quizá también por el recuerdo de una adolescencia en la que sentimos el fuego en la garganta con el primer trago de whisky, en la que sentimos la mirada sonriente de alguna niña, una mirada que nos parecía como un beso.


martes, 10 de junio de 2014

¿MONARQUÍA O REPÚBLICA?



Esta pregunta es tan contundente que nos hace sentir obligados a contestarla, a contestárnosla a nosotros mismos. Si estamos en ambientes de izquierda no queda elegante manifestarse monárquico y en ambientes conservadores no queda fino decir que somos republicanos. Y así damos más importancia a la opinión de los demás que a lo que, de manera reflexiva, diga nuestra conciencia. La imparcialidad intelectual nos lleva a la conclusión de que da lo mismo el modelo de Estado, lo que importa es la paz social, la unión de los españoles que legitimó la Carta Magna. Importa que la monarquía cuesta menos que una república y que, a pesar de Urdangarín (a cualquiera le puede salir rana un yerno), el rey de España no ha sido corrupto ni lo será Felipe VI. Lo que no podemos afirmar con tanta rotundidad es que un posible presidente de república no aparezca detenido por violentar a una chica, como ocurrió con Dominique Strauss-Kahn, quien habría podido alcanzar la presidencia de la república francesa. Juan Carlos I ha mejorado nuestro país, y su hijo continuará haciendo este trabajo. Por eso yo me inclino por lo que creo que más nos conviene: continuar con la monarquía. Las pancartas de la izquierda rabiosa (Pablo Iglesias) son maravillosas, me encantan; pero todos sabemos que en el fondo se trata de utopías que han destrozado y continúan destrozando a millones de seres humanos. George Orwell lo explicó como nadie en su “Rebelión en la granja”.



domingo, 27 de abril de 2014

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


Parece que la genialidad no es hereditaria. No hay nadie para sustituir la magia de las letras del difunto García Márquez. Él rompió los moldes de lo establecido hasta entonces, de lo hortodoxo en la literatura. Agarró los cuentos de su abuela, quien confundía fácilmente la ficción de la realidad palpable, como ha ocurrido con muchas de nuestras abuelas, y tuvo el coraje de escribir, por ejemplo, que Melquíades estuvo doscientos años muerto y se cansó de estar muerto y regresó al pueblo. Yo he escuchado historias de abuelas; escuché que una mesa con dos cirios encendidos perseguía a una abuela por la calle y que esta misma abuela vio a su madre muerta caminando de su brazo por la calle como un ectoplasma de ceniza. Recuerdo que cuando escuchaba estas palabras me daba cuenta de que quien me hablaba creía ciertos estos sucesos. También escuché a personas de mediana edad hablando de los ángeles, de su existencia imperceptible y protectora, de ángeles buenos y de ángeles malos. Y me acordé de la recurrente frase gallega: “Las meigas no existen pero haberlas haylas”. La novela “Cien años de Soledad” está llena de meigas, de mariposas amarillas y de flores; pero más que otra cosa está llena de belleza.