El mundo estuvo a punto de estallar en pedazos en el año
1961 por culpa de los misiles que Nikita Kruschev estaba instalando en Cuba.
Los generales estadounidenses querían disparar y John F. Kennedy tuvo el temple
necesario para evitar que el mundo volviera a la edad de piedra. Cuba era un
hervidero antes de Castro. En la dictadura de Batista el país era una fiesta
con un alto nivel de vida y corrupción que quedó muy bien dibujada en la
película Havana con Robert Redford y Lena Olin.
Después llegó Castro para limpiarlo todo y lo ensució todo y mutiló a los
cubanos. Los que tienen coche actualmente llevan aún los Buick de los años
cincuenta, y lo que produce el país va a parar a las manos privadas de los
Castro mientras la gente no tiene para comer. Los cubanos están encerrados en
la ratonera de los Castro. Y lo de ahora es una incógnita porque no se sabe lo
que va a ocurrir. Es normal que Obama diga con pena que todos somos
americanos, pero aquel pedacito de América necesita que desaparezcan
los Castro para que los ciudadanos puedan recuperar la dignidad, para que todos
y no sólo los turistas puedan volver a tomar mojitos en la Bodeguita del Medio
y para que la gente vuelva a bailar en la calle sin lágrimas en el corazón.