martes, 28 de agosto de 2012

RUTH Y JOSÉ


Hace años una noticia casi me hizo gritar de horror. Una madre, dando marcha atrás en su coche, aplastó a su hija de ocho años en el garaje de su casa, la mató. Entonces escribí que si hubiera existido el dios que nos han dicho que existe, benevolente y todopoderoso, lo habría evitado. Estas cosas no deberían ocurrir. Pero lo de estos días, sospechado por todos, eso ya da una evidencia de errores demasiado monumentales en nuestra “creación”, debería ser muy retorcido un dios capaz de crear monstruos como este padre, condenado por matar a sus hijos Ruth y José. No nos engañemos: no nos ha creado ningún dios, somos fruto de la casualidad. Según los físicos, en la explosión de la que surgió nuestro universo la diferencia entre la materia y la antimateria es mínima, y por esa mínima diferencia, casual, existimos. En todo caso, no afirmo nada porque, según parece, la realidad que hay ante nuestros ojos no es necesariamente real, es una perspectiva, y cada cual tiene la suya. Pensemos en la realidad de este asesino, no es la nuestra; es una realidad de psicópata asesino. Hay otras realidades de asesinos de sus esposas, unas sesenta al año. Hay muchas realidades. Ahora hemos logrado una sociedad que se sostiene sobre un hilo tenso, pero se sostiene al fin y al cabo porque la mayoría de realidades aspiran a amar a su pareja y a sus hijos y a vivir en paz.


martes, 21 de agosto de 2012

MIÉRCOLES




Imagino que Jean-Paul Sartre diría que el miércoles aparece cuando uno ya lleva dos días sufriendo a sabiendas de que, pasado el trance de ese día, le quedan otros dos. Una visión del existencialismo que, para mí, este filósofo culminó cuando dijo que había pillado una mosca, que había aplastado su estómago con los dedos y desparramado sus diminutas vísceras, liberándola así de su existencia. Esa visión existencialista parte de que el hombre no es otra cosa que lo que él se hace, y la visión que podemos tener de lo que hemos hecho con nosotros mismos puede ser un lienzo abigarrado, ilegible en tiempo presente y desgarrador y truculento en las páginas de la historia. Y tal vez todo eso se deba a algo que dijo Karl Popper sobre la ignorancia. No recuerdo con qué palabras dijo que la ignorancia no es la ausencia de conocimientos, y es cierto: la ignorancia es el desprecio por el conocimiento. Nos tapamos los ojos ante la ciencia permitiendo que a estas alturas se impartan clases de religión a los niños y se dé por buena la patraña creacionista, sin tener en cuenta para nada a Charles Darwin. No cuestionamos a un dios todopoderoso creador de humanos defectuosos para culparlos después de sus propios errores. (Roddenberry, productor de Star Trek). Y así una mayoría abrumadora de personas en todo el mundo tiene más fe en las fábulas de la antigüedad que en lo que diga la ciencia actual. Desde que se pueden grabar imágenes y sonidos ya no aparecen ni dioses ni demonios.