miércoles, 14 de agosto de 2019

ARTE CONCEPTUAL. Hierros oxidados en passeig del Born


Obra dedicada a Ahn Eak Tai

Hace años, en el passeig des Born de Palma, encontré media luna llena de hojas secas y tres hierros oxidados que se levantaban del suelo y seguían sinuosos hacia arriba. Por su configuración resultaba fácil suponer que esa media luna debería de estar llena de agua. Unos años después me encontré en el mismo lugar y me detuve. La media luna era un espejo de agua nítida. Fue entonces cuando vi un nombre en el agua: Ahn Eak Tai, no está escrito, cada letra es como un dado de acero inoxidable clavado en el suelo con la forma de cada una de las letras. No recuerdo si allí pone Eak Tai Ahn o Ahn Eak Tai. Al llegar a casa me enteré enseguida de quien se trataba: un ilustre director de orquesta que nació en Pionyang y murió en Mallorca, fue director de las orquestas filarmónicas de Viena, Berlín y Roma entre otras, y fue también el primer director de la orquesta sinfónica de Baleares. Recordé críticas a esa escultura. Y acabé pensando que la obra no resultaba apta para criterios superficiales ni para tontos engreídos, como los que encontré en algún Blog mallorquín de gente culta. Hay dos clases de cultura: la que acumula los conocimientos necesarios para ser un buen profesional, que merece todo mi respeto; y la otra sería aquella que, además, está dotada de la sensibilidad necesaria para captar, por ejemplo, un obra de arte conceptual. Y por supuesto sería deseable que estas personas cultas que se dedican a criticar obras ajenas se callaran y así ocultarían su estupidez, pero las cosas no son así. Los idiotas, envanecidos igual como los grillos en verano, hacen alarde de sus limitaciones y las ponen de manifiesto constantemente con sus actos, palabras o silencios.

El arte conceptual nace como una manifestación de protesta por lo existente, pretende mostrar una disconformidad con lo establecido, tal vez lo que llevó al mundo a dos grandes guerras en el siglo pasado. A veces he pensado que el movimiento Hippy de los años sesenta no era otra cosa que una metáfora o una manifestación abigarrada y abstracta del arte conceptual o viceversa. En aquellos años comenzaron a salir artistas que se rebelaban contra el arte reconocido, pero la cosa venía de más atrás porque en general se atribuye el inicio del arte conceptual a los ready-mades de principios del siglo XX del artista francés Marcel Duchamp. En francés los ready-mades serían objet trouvé. El arte conceptual puede representar una protesta, pero en el fondo se trata de mostrar objetos no para contemplar el arte, la belleza o la singularidad que puedan ofrecer sino para desafiar al espectador ofreciéndole una perspectiva que invita a una disquisición intelectual. En el arte conceptual no importan los materiales ni las formas, solamente lo subjetivo, lo que puede sugerir el artista al pensamiento ajeno. Pero podemos ir más allá, a buscar la confusión y el caos al leer a quien dice que el arte conceptual se divide en dos campos: uno sería el de la presentación de algo ausente dentro de un proyecto no realizable y el otro sería la presentación de ideas invisibles e inexistentes. Se trataría también de hacer arte sin necesidad de que existiera algo para mostrarla. Luego un lienzo completamente blanco, nítido y sin una sola raya ni punto sería arte conceptual, lo sería a partir de que alguien lo aceptara como tal dentro de la performance de una reunión de bohemios. 



Inevitable para mí escribir sobre este arte y no recordar a quien tuve de profesora de filología, María José Alonso. Yo siempre la llamé Emejota. Una vez me invitó a tomar café en su apartamento de Ca´n Pastilla y yo, asombrado al entrar, vi que había un inodoro sin conectar a nada, la pura porcelana sin tapa ahí, en medio del salón. Ella, al ver mi cara de asombro, sonrió diciendo: “Arte conceptual, Pedrito”. A mí la verdad es que por mucho que especule intelectualmente sobre ese inodoro no paso de imaginar sus funciones prosaicas, no soy capaz de ver otra cosa. Hasta hace pocos años Emejota entraba en mi Blog publicando comentarios en los que me regañaba por algún defecto de sintaxis en mis artículos. Un afectuoso saludo para ti, Emejota, sigas o no leyendo mis artículos.

En mi segundo encuentro con la obra de Joan Costa dedicada a Ahn Eak Tai, como decía al principio, había un espejo de agua nítida y de ahí tres hierros ondulados habían crecido hacia el cielo unos cinco metros. Luego tuve que reflexionar sobre lo que me sugería el artista a mí al contemplar esa escultura. Sin muchas divagaciones comencé a pensar en la charca primigenia, de donde procede todo, la vida sin contaminación, sin los siete pecados capitales y mucho antes de que Adán y Eva comieran de la fruta prohibida. Sí, esa agua cristalina representaba en aquel momento la utopía de una vida sin defectos. Y los hierros que habían salido del agua podrían representar a los seres humanos, luego el óxido que cubre todas las superficies de los tres paralelepípedos metálicos representa, claramente, nuestra estupidez, nuestra vergonzosa historia y también el inquietante futuro de la humanidad. 

Si voy otra vez allí, al Passeig des Born, tal vez me deje influenciar por otros pensamientos y la escultura me sugiera lo contrario de lo que acabo de escribir, no lo sé. El arte conceptual nos lleva a una metafísica de confusión, pero yo lo veo todo muy claro: no entiendo nada.