AUTODIDACTAS
Yo
creo que es mejor ir a la universidad, y así he conseguido que mis
hijos tengan un título universitario, bueno lo han conseguido ellos,
yo sólo puse las conversaciones, el empeño y los medios necesarios.
El mayor es licenciado en Derecho y el menor es diplomado en Ciencias
Empresariales. Los estudios son una base que ayuda a abrirse un
camino profesional; pero por otra parte son una disciplina que obliga
a trabajar las letras o las ciencias, y esa obligación nos lleva a
esforzarnos para aprobar los exámenes y obtener un título oficial.
Se obtiene también el conocimiento y, por decirlo de alguna manera,
el desperezamiento de las neuronas. Los estudios obligan a trabajar
al cerebro y a quitarle la pereza, luego, supuestamente, la persona
que ha estudiado tiene más capacidad para comprender las cosas. Pero
no todas las personas son iguales: los que han estudiado y se han
esforzado mucho para ser médicos, abogados, economistas, ingenieros
etc. no significa que entiendan cosas que no pertenecen a su ámbito
de estudio, y es una pena. Muchos profesionales importantes se
centraron tanto en su profesión que perdieron el interés por otras
cosas de la cultura, la historia y la ética. Imagino que hay muchas
excepciones, una de ellas es mi amigo Vicente Carles, quien, siendo
arquitecto técnico, escribió en mi Blog una disertación sobre
literatura que me encantó. Aquí dejo mi admiración por Vicente y
el recuerdo de unos tiempos vividos en Valencia, y el recuerdo
también de los paseos desde su oficina al estanco de la calle Artes
Gráficas para comprar un paquete de tabaco. Otra excepción es el
prolífico Isaac Asimov. La famosa frase que he puesto en el
encabezamiento viene dada por ser él autodidacta como escritor. Los
estudios que le dieron capacidad para escribir novelas de éxito
fueron autodidactas porque su formación universitaria era de
Química. El conocimiento no se obtiene solamente en la monotonía
del estudio, hay un complemento muy importante, se trata del interés
que tenga uno en la materia que está estudiando. Cuánto más nos
guste lo que estamos estudiando mejor lo entenderemos y mayor será
nuestro éxito profesional en la rama a que nos dediquemos. Me remito
a Emilio, título
de un voluminoso libro sobre la educación que escribió Jean
Jacques Rouseau, y, sin que él fuera un ejemplo de educador
(abandonó a sus hijos), plasmó unas teorías que hoy en día en
Occidente se consideran el primer tratado sobre filosofía de la
educación. Aunque de Rouseau a mí lo que más me gustó fue
su Discurso
sobre el origen de la desigualdad entre los hombres y el
contrato social.
Todo
eso que acabo de escribir es lo normal, lo que popularmente se sabe.
Pero hay otras cuestiones, hay que preguntarse cómo es posible que
uno de los grandes genios de la literatura universal fuera
autodidacta. Cervantes no fue a la universidad. La de su ciudad,
Alcalá de Henares, la había fundado el cardenal Cisneros un siglo
antes. Cervantes fue capaz de escribir la obra literaria por
antonomasia. Y ya entrando en lo contemporáneo tenemos al Nobel
Saramago cuyos estudios fueron de formación profesional: Cerrajería.
Después tenemos a García Márquez, a Jorge Luis Borges y muchos
otros ilustres sin título universitario. En el cine tenemos a Woody
Allen, Stanley Kubrick o Tarantino que tampoco fueron a la
universidad.
En
la ciencia tenemos a los más antiguos como Arquímedes, Da Vinci y
Pitágoras, entre otros. Arquímedes: está entre los más sabios de
la antigüedad, además de su famoso principio sobre la flotación,
inventó la polea compuesta que permite multiplicar exponencialmente
la fuerza, inventó el tornillo para subir agua que se usa
actualmente incluso en quirófanos, y pienso que fue la base que
sirvió para construir las electrobombas de líquidos actuales.
Arquímedes también inventó los espejos orientados al sol para que
su reflejo quemara las naves enemigas. Él dio una aproximación muy
precisa del número PI, pero lo hacía generando polígonos dentro de
una circunferencia. Hasta que llegó la era de los ordenadores no se
supo que la cantidad de decimales que este número irracional podía
contener era de miles de millones. Da Vinci fue polímata. En el
siglo XV ya dibujó submarinos, elicópteros, tanques y coches; y es
considerado uno de las más grandes pintores de la historia.
Pitágoras: En la construcción y la industria se genera una
perpendicular a partir de su teorema que, según parece, no lo
descubrió él. Hay cierto misticismo y desconocimiento sobre este
genio. Pero sí parece que una parte de las matemáticas y de la
música avanzaron a partir de sus enunciados. En su escuela
filosófica se partía de la base de que la realidad más profunda es
de naturaleza matemática. Sobre eso creo que todavía no se le
puede oponer ninguna tesis.
En
el siglo XX tenemos a Nicola Tesla, un científico inquietante.
Gracias al él tenemos los mandos a distancia y los teléfonos
móviles. Él determinó que la electricidad se debía distribuir
en corriente
alterna en
contra de la creencia de Edison, quien se equivocó al estar
convencido de que la corriente debía distribuirse continua. Tesla
creía que la electricidad podía estar en el aire y ser gratuita y
que no hacían falta cables para distribuirla, que podía
captarse igual como ahora captamos las ondas de radio y de
televisión. También diseñó el rayo
de la muerte del
que ahora nos queda el láser. Por eso, tal vez, la ortodoxia lo
trató de científico loco. Pero la brillantez intelectual de Tesla
no es sólo eso: casi toda la ciencia del electromagnetismo
descubierta por Faraday y Maxwell la desarrolló Tesla, quien, sin
tener un título de ingeniero, ha resultado ser uno
de los ingenieros eléctricos y mecánicos más importantes de la
historia. Dodge y Ford, cuyos coches supongo que existirán siempre,
fueron autodidactas. Y de los recientes más destacados: Bill Gates,
Mark Zukerberg y Steve Jobs no hace falta decir nada, sólo que
ninguno de ellos obtuvo título universitario.
No
puedo terminar un artículo sobre autodidactas sin referirme al
matemático indio Ramanujan,
su sabiduría puede hacernos creer en la ciencia ficción, o tal vez
nos pueda llevar a pensar que existe la palingenesia. Ramanujan no
estudió más que lo básico del colegio, por lo que su inteligencia
podría ser de origen epígono, como si él se hubiera regenerado
durante miles de vidas dedicadas a las matemáticas. Durante su
estancia en Londres se puso de manifiesto que él iba muy por delante
de los más brillantes matemáticos de la época y, a regañadientes,
la flema británica lo tuvo que nombrar miembro de la Royal Society
en el convulso año 1918.
La
lista de genios autodidactas desde la antigüedad hasta nuestros días
es interminable. Pero esto no significa que todos los
autodidactas sean genios. Por ejemplo: yo soy autodidacta, estudié
Ingeniería Industrial, Historia y Filosofía y no soy un genio. Y
tampoco significa que los que no son autodidactas sean geniales, hay
mucha gente con título universitario que no destaca, precisamente,
por su brillantez intelectual.
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