domingo, 11 de noviembre de 2018

RONRONEO Y POBREZA



Cuando un gato ronronea no mueve los labios ni abre la boca, ese ruido atraviesa las amuradas de su cuerpo y sale al exterior. Parece que su estómago jugara haciendo corretear un puñado de grava por sus intestinos. Y el animal muestra cara de satisfacción e iza la cola, la misma cara de satisfacción que pone un mago cuando saca un conejo de una chistera vacía. El mago tiene truco, o tal vez no, a juzgar por lo que dicen algunos físicos cuando son invitados a afirmar que la realidad que vemos no es lo que hay realmente. El ronroneo de la gente es otra cosa, es un murmullo, un tintineo de palabras desvaídas e inútiles que preguntan, preguntan porqué en España ya tenemos a más de doce millones de personas que viven en la pobreza o al borde de ella y que los ricos de cada día son mucho más ricos, y que si hay crisis económica los ricos se enriquecen todavía más. Se encuentran respuestas desagradables en los medios de comunicación que llenan de estupor: despilfarro, corrupción y arrogancia frente a las dificultades para pagar la recogida de basuras y el recibo de la luz, pero no pasa nada. Hay un principio sociológico que conoce todo el mundo: cuando la gente tiene recursos para comer y un lugar donde dormir, la mayoría es buena. Y más agudo fue el comentario de Jonathan Swift (autor de los viajes de Gulliver) al decir: Cuando el demonio está satisfecho es una buena persona. Así tenemos respuestas para explicar nuestra truculenta historia, y no necesitamos agudizar los sentidos para captar cuestiones subliminales como, por ejemplo, que los gatos no devoran a los humanos por una mera cuestión de tamaño.

Continuamos buscando respuestas y nos encontramos con la maldad de los que guían el destino de las personas, que no son los políticos. Qué vamos a decir de los políticos... George Bernard Shaw decía que eran charlatanes como un eufemismo para evitar otros calificativos. Y vemos también que los resultados de la maldad se pueden observar en todo lo que nos rodea. Por ejemplo: si para fabricar unos alicates en España es necesaria una mano de obra cuyo costo pasa de los dos mil euros al mes, cómo podemos competir con otro país que para fabricar estos mismos alicates tiene un costo de mano de obra de unos doscientos euros al mes. Bien, pues esta es la globalización, la irracionalidad que no permite a los jóvenes comprar un piso como hacíamos los de mi generación. Las inmensas y sugestivas superficies comerciales que hay en Mallorca son la metáfora de las antiguas "possesions mallorquinas": montones de gente en busca de alguna ventaja y un solo amo: "Es Senyó", a quien yo ahora llamo "El Gran Capital" y así regresamos al latifundismo del siglo XIX porque la parte socialista de nuestra sociedad no ha sido capaz de imponer criterios socialistas razonables y ha sufrido el peso y la autoridad del "Gran Capital". No podemos engañarnos a nosotros mismos, todo lo que dicen los políticos es palabrería demagógica porque aquí quien manda es "El Gran Capital", incluso en el Tribunal Supremo, como hemos podido comprobar con su sentencia a favor de la banca y contra los ciudadanos. 

Y puesto que toda afirmación puede tener una réplica, ahí está Internet para descomponer una parte de mis argumentos y para recordar al que fue compañero de opiniones en las páginas de esta revista, Tomeu Rosselló. Él escribió sobre un economista que veía una modernidad líquida (Yo siempre leía a Tomeu). Una modernidad que hace la vida más resbaladiza y que esconde soportes a los que nos podríamos agarrar. El comercio en Internet se está consolidando y eso es inevitable, perjudicial para quien tiene una tienda abierta al público y ventajoso para quien consigue comprar a buen precio. Así pues Tomeu tenía razón, estamos ahí en esa modernidad líquida que se consolida y que nos lleva inexorablemente a un latifundismo cibernético donde no se ve la cara a nadie, sólo se ven las mordazas que atenazan y empequeñecen a las personas. 

A los veinticinco años pude comprar un piso y dos coches sin que mi economía doméstica sufriera nada, igual que la mayoría de hombres de mi generación. Y ahora "El Gran Capital" ya se ha organizado para quedarse con todo el dinero y dejar sólo migajas a la gente. El pueblo no tiene nada que hacer, estamos derrotados. Todos los que nos dan discursos no piensan en el bienestar del pueblo, sólo piensan en ellos mismos. El socialismo que se coloca más a la izquierda de lo razonable es una trampa y un refugio para ingenuos que dan la espalda a la historia o que no la conocen. Ellos, que sí actúan contra "El Gran Capital", no muestran sus verdaderas intenciones porque son mucho más retorcidas que el salvaje capitalismo que sufrimos. Y a la derecha ya la conocemos, nos mienten para que les votemos pero ellos siempre defenderán a los grandes capitales que aplastan la vida de las personas. La derecha sigue la farsa de ir a misa como si creyeran en el estúpido y malvado dios que nos dibujaron con amenazas de todos los colores. Leonardo Sciascia escribió: Si dios existe le voy a pedir cuentas de lo absurdo de la vida, del dolor, de la muerte, de haber dado a unos la razón y a otros la estupidez y de tantas cosas.

Así pues, ante las confrontaciones o bandos políticos, sociales, etc., me declaro absolutamente neutral, apolítico, pesimista... y más cercano al nihilismo, al hedonismo y al epicureísmo dionisíaco que a cualquier otra cosa. Querido/a lector/a, si no conoces el significado de esta palabrería filosófica da igual, recoge una mera intención de actitudes frente al desorden, frente a la estupidez humana (los estúpidos están completamente seguros de que los estúpidos son los demás) y frente a las injusticias de nuestra civilización. Unas actitudes que sugieren que pongas una tabla de quesos en la mesa de tu comedor, abras una botella de buen vino y te pongas a bailar con tu pareja la música de Bob Marley, por ejemplo. 

No hay revolución que valga, estamos aplastados contra el asfalto por las botas del poder y no hay nada que hacer. Nadie que tenga dinero suficiente lo destinaría a explicar a la gente que no caiga en sus trampas, que no vaya a hacer sus compras a locales de grandes multinacionales. Y precisamente estas multinacionales sí tienen dinero para guiarnos como ganado a gastar el poco dinero que tenemos en sus locales. Ellos, con su publicidad, dominan la voluntad de las masas y las masas son tontas, siempre lo han sido. 

Recuerdo que cuando yo era niño sólo en mi barrio había cinco comercios (Cuatro en la calle de Son Massanet y uno en la calle de Sa Font). Ahora en  todo el pueblo de Campanet creo que sólo hay tres y pertenecen a grupos empresariales. Y así tenemos la muestra de cómo "El Gran Capital" aplasta al individuo que ya no se puede permitir ni poner un pequeño comercio. Por ejemplo: el dueño de casi todas las tiendas de ropa ya es uno de los más ricos del mundo abusando de mano de obra barata de aquellos lugares en los que por un plato de comida trabajan más de diez horas al día. Y el dueño de los supermercados de moda ya es de los más ricos de España. Por qué no damos la riqueza al pueblo en lugar de darla a los grandes capitales. Está claro, es porque ellos tienen dinero hasta para comprar nuestras voluntades. Es por eso, tal vez, que mis artículos se engloban dentro del título: “PESIMISMO”.