El
avión se deslizaba por un interminable campo de algodón. Pasados unos treinta minutos
desaparecía el algodón y comenzaba a vislumbrarse tierra, una isla, que junto a
la de Menorca en la antigüedad los griegos las denominaron Islas Gimnesias, ahora conocidas en todo el mundo por Balearic Islands, y para
nosotros Illes Balears, nuestra tierra, cuyo nombre: Baleares, parece que fue dado por los cartagineses y romanos, y su etimología tiene que ver con los honderos, hombres de aquí cuya destreza tirando piedras con una honda los hizo famosos. Parece que los escudos de la época no eran muy eficaces para protegerse de las piedras lanzadas por estos guerreros.
Yo era un viajero que venía de fuera y a primera hora de la mañana, una vez aterrizado, alquilaba un coche y me iba a la plaza España de Palma, al bar 1916, para desayunar dos ensaimadas con chocolate, un zumo de naranja, café y después encendía un puro 7, entonces se podía encender un puro en un bar, era normal. Y yo jamás imaginé en aquellos últimos años del siglo pasado que fumar se prohibiría en tantos sitios, pero este viajero no es muy certero a la hora de adivinar acontecimientos venideros. Este viajero añoraba el pa amb oli y el frit de porc, en la península no existen estas comidas, perseguía estos desayunos en los bares y la verdad es que en el bar Ca´s Reto estaban y están muy bien, y además me resultaba entrañable porque Pep Reto y yo somos coetáneos y estudiamos juntos de niños. El siglo veinte se iba a ir y yo era uno de fuera que venía muy de vez en cuando, pero con ánimo de regresar algún día harto ya de este fatídico triángulo de autopistas interminables que hay entre Valencia, Madrid y Alicante, aquellas tierras son territorio extraño; entonces me sentía un poco apátrida porque me había ido de Mallorca a unos lugares en los que no lograba habituarme. Todo está muy bien para visitar pero para vivir un mallorquín está mejor en Mallorca; aunque la gente es más cerrada, quizás por un ancestral resto de proteccionismo contra lo que viene de fuera, que no siempre era gente con buenas intenciones. En Valencia es normal que un vecino llame a tu puerta con dos cervezas en la mano para contarte el último chiste. En Mallorca a mí eso no me ha ocurrido nunca.
Yo era un viajero que venía de fuera y a primera hora de la mañana, una vez aterrizado, alquilaba un coche y me iba a la plaza España de Palma, al bar 1916, para desayunar dos ensaimadas con chocolate, un zumo de naranja, café y después encendía un puro 7, entonces se podía encender un puro en un bar, era normal. Y yo jamás imaginé en aquellos últimos años del siglo pasado que fumar se prohibiría en tantos sitios, pero este viajero no es muy certero a la hora de adivinar acontecimientos venideros. Este viajero añoraba el pa amb oli y el frit de porc, en la península no existen estas comidas, perseguía estos desayunos en los bares y la verdad es que en el bar Ca´s Reto estaban y están muy bien, y además me resultaba entrañable porque Pep Reto y yo somos coetáneos y estudiamos juntos de niños. El siglo veinte se iba a ir y yo era uno de fuera que venía muy de vez en cuando, pero con ánimo de regresar algún día harto ya de este fatídico triángulo de autopistas interminables que hay entre Valencia, Madrid y Alicante, aquellas tierras son territorio extraño; entonces me sentía un poco apátrida porque me había ido de Mallorca a unos lugares en los que no lograba habituarme. Todo está muy bien para visitar pero para vivir un mallorquín está mejor en Mallorca; aunque la gente es más cerrada, quizás por un ancestral resto de proteccionismo contra lo que viene de fuera, que no siempre era gente con buenas intenciones. En Valencia es normal que un vecino llame a tu puerta con dos cervezas en la mano para contarte el último chiste. En Mallorca a mí eso no me ha ocurrido nunca.
En uno de mis viajes a Mallorca, el más triste de todos porque mi padre estaba agonizando, vino a casa mi vecino Jaume Ordinas, como buen vecino, para interesarse por la salud de mi padre y me encontró tecleando mi vieja máquina de escribir, la que me sirvió para aprender mecanografía de esta que ya no se usa: puedo escribir con todos los dedos y sin mirar el teclado. Jaume me preguntó qué estaba escribiendo y yo le dije que escribía sobre mis sensaciones de una semana en Campanet, luego él, tras leer lo que yo había escrito, se mostró algo sorprendido y me ofreció traducir aquellas letras y publicarlas en la revista de Campanet, me pareció bien. Recuerdo que en aquel artículo hablé de mi tristeza, mi padre iba a morir con el siglo. Hablé de mi querida prima Antonia Pons y de sus niños, yo los recordaba niños y, de repente, se habían vuelto hombres amables, jóvenes y fuertes. Hablé también del rubor que sentí a mis dieciocho años cuando estaba bailando pegado con una chica de mi edad: la acción punzante de sus senos en mi pecho se quedó para siempre en mis recuerdos adolescentes. Y hablé de la terrible angustia que sufrí a los doce años por la repugnante conducta del maestro Miguel Oliver Bauzá sobre cuyos actos prefiero no hablar. Cuando escribí sobre eso recuerdo que hice referencia a un fragmento de Aute: Yo pertenezco a la angustia por yugos que aprietan adentro.
Una vez instalado de nuevo en Mallorca, el viajero Pedro Tugores quería descubrir lugares donde resarcirse de estos años insulsos de estar fuera, y así se inició un recorrido en busca de los placeres gastronómicos de un mallorquín. Llegué a la conclusión de que lo que llamamos un “Variat” sólo es realmente exquisito en dos lugares de Mallorca: la bodega la Rambla, que está en la Rambla de Palma y el del bar Ca´s Cotxer de Sa Pobla. La Rambla, antes llamada vía Roma en honor a aquellos fascistas italianos que estuvieron aquí ayudando a Franco a constituir una dictadura militar, y después la Rambla de los duques de Palma de Mallorca en honor al entebanat de Urdangarín y a su esposa; y, claro, se tuvo que quedar de nuevo con el nombre de La Rambla sin más por las protestas ciudadanas, nadie quería a estos duques tan ejemplares ahí. Cabe destacar también un bocadillo que está sobradamente por encima de todos los demás. Sigue teniendo fama el llonguet del bar Bosch de Palma con tomate de ramallet y jamón, tanto como que desde hace muchos años a ese bocadillo lo llaman llagosta mallorquina, pero hay uno mucho mejor, así como el llonguet del Bar Bosch ha perdido esponjosidad, ese que considero el mejor se funde en la boca. El lugar es modesto, pero su calidad es asombrosa, parece como si fuera de hace cincuenta años, lo recomiendo. Es un bar que está en la carretera de Esporles. Cuando uno se encuentra con una bifurcación con un cruz, allí a la derecha hay un horno y un bar, es ese bar. Toni, el dueño es persona entrañable y el bocadillo de llonguet con jamón y/o queso supera lo imaginable.
Ya se quitaron los nombres de las calles que homenajeaban a los tiranos de la dictadura militar, pero llama la atención que una de las avenidas más importantes de Palma lleva el nombre de quien puso los recursos económicos que hicieron posible la instauración de una dictadura militar: Juan March Ordinas. Me pregunto qué oscuros intereses habrá tras el hecho de que a estas alturas del siglo XXI esa avenida de Palma continúe llevando el nombre del mayor pirata español de todos los tiempos. Creo que fue Jaume Carner Romeu, ministro de hacienda a principios de la segunda república española, quien dijo: si la república no acaba con March, March acabará con la república ...y March acabó con la república, y ahí lo tenemos en esa avenida como si hubiera sido un héroe.
De restaurantes sí puedo decir lo que hay y lo que merece ser visitado, desde mi modesto punto de vista y teniendo en cuenta que seguro dejo de apuntar muchos que podrían ser mejores y que yo no conozco. De pescado entiendo que sólo hay cuatro que destacan sobre los demás: El Pura Louzao de la avenida argentina de Palma, que antes se llamaba Botafumeiro, es de estilo gallego y extraordinario en todos los aspectos, el Bon Sol de Ciudad Jardín es el mejor, allí iban todos los ejecutivos de las constructoras en los años de explosión urbanística y los industriales como yo les teníamos que invitar para que nos adjudicaran las abultadas subcontratas. Fui ayer con mi mujer y el dueño, que siempre se acuerda de que me llamo Pedro, nos dijo que cuando vino la crisis de la construcción le desaparecieron casi todos los clientes y que ahora ya se ha recuperado, sí, estaba lleno; nadie tiene el toque de plancha y sal con el pescado que tiene él. Después, y ya un poco más lejos está Casa Manolo de Ses Salines, es extraordinario. Tiene una especialidad de un calamar en su tinta que lo trincha el camarero junto a la mesa a la que va a servirlo. Y ya por último uno de playa, el restaurante El Lago de Son Serra de Marina, comer un gallo de San Pedro en este lugar es una experiencia especial que se aloja en los recuerdos de cualquier viajero. De carnes está el Loro Verde de Alcudia, buenos entrecots. El Hostal de Campanet, extraordinario cochinillo y solomillos. Ca´n Ripoll de Inca, siempre según su tradición, buenísima su comida y su vino de la casa. Y en Palma estos últimos años siempre vamos al Rodeo Grill, su solomillo con foi al Pedro Ximénez es cosa única y el steak tartar es perfecto. Otro lugar que nunca falla, rápido y exquisito, es Ca´n Punyetes del Puerto de Alcudia. No me referiré a los de Puerto Portals porque allí veo excesivo postureo (actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción), mucho lujo y nada que destacar, decir sólo que este verano por dos whiskys normalitos nos cobraron treinta euros. Y por decir algo de los que decepcionan me referiré al llamado Ca Na Toneta de Caimari, menú de degustación que no llega ni a aperitivo (uno acaba de cenar y sale de allí con sensación de hambre y con ganas de ir... aunque sea a un MacDonald) y cuesta como si fuera langosta fresca recién sacada del mar en Puerto Portals. Otro que no recomiendo y que no es por la comida sino por la falta de modales de los responsables, el Pedrín de Inca, allí una vez vi muestras de una mala educación que jamás había visto en un restaurante. Y aquí para ir a lo más cercano, nuestro bar Club es lugar de comida internacional, son gente encantadora, bromista y entrañable y se le podría decir que al tener tanto cliente mallorquín de vez en cuando podría sorprendernos diciendo que ha hecho berenjenas rellenas, lomo con col o lo que sea, por ejemplo. Creo que los que somos vuestros clientes os lo agradeceríamos. El bar Sa Galería está siempre lleno de caras amables y esmero en el servicio, sí en Sa Galería hace caracoles exquisitos creo que una vez al año. Y el bar de Bernat lo mismo, hace caracoles, bollit, y los últimos viernes de cada mes unas tapas exquisitas. La mujer de Bernat es una cocinera extraordinaria.
Y puestos a recomendar algo que no sea de comer, decir que ya está a la venta la novela Ulises de James Joyce en catalán. Es la número uno entre las cien mejores novelas de la Modern Library, y era mi asignatura pendiente. Mi hijo Roberto me dijo que a mi edad ya era hora de que leyera este libro y me lo trajo de su biblioteca, pero se lo devolví porque yo seguro que se lo habría destrozado con subrrayados y notas, así que lo compré y estoy en ello. En el prólogo el libro ya empieza provocando: La cabeza que sea bastante fuerte como para leer ULISES no se dejará trastornar por él.
El viajero regresa al siglo pasado y recuerda cómo volvía al aeropuerto nostálgico sabiendo que algún día regresaría a su casa de Palma y con la aspiración de poder vivir de nuevo en Campanet. El único aliciente de viajar en avión fue la lectura, el viajero dejó que la sensibilidad de José Saramago erizara su piel. Saramago era un ateo que escribió El evangelio según jesucristo con un gran respeto por algo en lo que no creía, pero lo cuestiona, lo interroga: ¿Cuándo vendrás, señor, a reconocer tus errores ante los hombres? ...tampoco dios sonríe, quizás avergonzado del mundo que creó. Saramago escribió El año de la muerte de Ricardo Reis, Ricardo Reis era un heterónimo de Pessoa. El libro resucita a Fernando Pessoa: gran poeta portugués cuya lírica ha quedado flotando en el aire para conmover sensibilidades eternamente.