miércoles, 26 de julio de 2023

UN DISCURSO POLÍTICO


Los que hemos estudiado filosofía, aunque sea de manera autodidacta, como es mi caso, tenemos tendencia a razonar sobre lo que nos rodea utilizando postulados de los antiguos sabios. Y tal como se presenta la actualidad política en España, uno recurre a pensar en el Racionalismo de Descartes, Spinoza y Leibniz, por ejemplo. Y también en el Empirismo de Locke, Berkeley, Hume y Bacon, por ejemplo. Entonces se observa que parece que los políticos no han aprendido nada sobre la historia del pensamiento humano porque estas dos corrientes estaban enfrentadas durante siglos, igual que la política de casi todos los países: dos corrientes poderosas enfrentadas por las ideas políticas de Izquierda y de Derecha, términos que proceden de Francia. Fue en el año 1789 cuando los conservadores tomaron asiento a la derecha del presidente y los que querían abolir los privilegios del rey, del clero y de la nobleza se sentaron a la izquierda. Estas tendencias se extendieron por gran parte del mundo. Y así tenemos una bipolarización de ideas irreconciliables. En la actual política de nuestro país se hace ostensible que la corriente filosófica del eclecticismo (un punto de acuerdo entre diversas maneras de pensar) es demasiado elevada para entrar en el cerebro de los que se dedican a la política. Muchos políticos no pueden pensar limpio porque sólo les importa su vanidad, ellos necesitan un poco de formación filosófica, aunque sean algunos cursillos, porque no tienen en cuenta cómo acabó el enfrentamiento entre los racionalistas y los empiristas. No fue fácil, tuvo que aparecer Inmanuel Kant para decir, con su  densa escritura, que ambas partes tenían sus respetables razones y que sólo sería cuestión de entenderse y aportar voluntades para encontrar puntos de consenso que eliminaran las trabas a la evolución del pensamiento y la ciencia, sin pisotearse, sin insultarse y sin estas muecas burlonas que hemos visto durante la campaña electoral. Ahora parece que lo de Kant continúa siendo muy complicado. Si se juntan la razón y la experiencia las cosas pueden evolucionar, así lo estableció Kant. Y tan claro está que nuestros políticos todavía no lo entienden.

Pienso que analizando la historia y mirando al parlamento de Francia en el año 1789 uno debería ser de Izquierdas, esa Izquierda que quiso abolir la autoridad del rey que en aquellos tiempos se podía permitir anular leyes del parlamento, una Izquierda que quería abolir el despótico comportamiento de la nobleza, del clero y de las oligarquías; una Izquierda en definitiva que quería mejorar la vida de la gente que sufría los yugos del poder. Había poco que negociar, los altos poderes estaban dispuestos a morir antes de ceder privilegios. Y así tenemos una cosa clara: si no hubieran surgido los movimientos de la Izquierda, la Derecha habría atropellado a la gente. Continuarían los abusos de los poderosos sobre la clase obrera, no habría derecho a la huelga. La iglesia católica nos continuaría amenazando con el fuego eterno en nuestras entrañas.  No estaría permitido el divorcio y así se podría enumerar una larga lista de recortes a la dignidad de las personas. En base a lo dicho uno debe ser de Izquierdas (del atropello subyacente que sufrimos los ciudadanos de a pie tendré que escribir otro discurso). Pero existe otra perspectiva en la Izquierda: se trata del utópico comunismo de Marx y Engels muy aplaudido porque fueron grandes pensadores que perseguían mejorar la sociedad, pero no salió bien. El proletariado asesinó a la familia real rusa para acabar con los abusos y el hambre. Luego los bolcheviques subieron al poder utilizando el comunismo para abusar del pueblo de una manera mucho más agresiva que la de los antiguos zares. El comunismo se convirtió en la dictadura del proletariado, y así han venido desarrollándose las cosas del maravilloso comunismo (Izquierda). Se pasa hambre en Cuba, las chicas se prostituyen por un bocadillo mientras los Castro poseen una de las fortunas más abultadas del mundo, eso es el comunismo: hambre para el pueblo y riqueza para los cerdos que están en el poder. Algo parecido es Venezuela: la gente intenta escapar del hambre mientras Maduro y los suyos ya están acumulando otra de las grandes fortunas del mundo. No se puede hablar de este asunto sin referirse a George Orwell y su rebelión en la granja: los cerdos mataron a los dueños de la granja porque consideraban que su conducta era un abuso, luego los cerdos asumieron el poder de la granja y su conducta con los más débiles pasó a ser mucho más cruel que la de los antiguos dueños. Una metáfora de dibujos animados para describir lo que ocurrió en Rusia y lo que ha ocurrido y continuará ocurriendo con los abusos del comunismo. Así que conviene desconfiar de esta maravilla que nos presentan los comunistas porque tiende a convertirse en otra cosa bien distinta, pero hay que respetar el poder legítimo que las urnas les conceden. Actualmente nos puede aliviar el hecho de que la Derecha no se parece al poder despótico de antes ni la Izquierda razonable se parece al comunismo bolchevique, pero si el socialismo razonable necesita al comunismo para gobernar comienzan a nacer carcomas corrosivas con aspiraciones de poder (Orwell).

A partir de una situación actual que ha mejorado mucho respecto al pasado, vuelvo a las posturas enfrentadas de Izquierda y Derecha de nuestro país y vuelvo a insistir sobre el filósofo prusiano Inmanuel Kant y sobre el Eclecticismo. Kant, que reconcilió el Racionalismo con el Empirismo, nos diría: “No os engañéis: no todo lo de la Derecha es malo ni todo lo de la Izquierda es malo”. Partiendo de este principio se puede observar cómo los políticos no obedecen la voluntad del pueblo por la forma en la que tienen establecida la legislación que regula el funcionamiento de las Cámaras. Si el pueblo vota mayoritariamente a dos partidos políticos, son estos dos partidos políticos los que están legitimados para gobernar. Entonces deberían repartirse ministerios y deberían acordar también una alternancia en la presidencia. El poder político debería ser proporcional a los votos obtenidos sin provocar los enfrentamientos actuales entre unos y otros. Si un partido tiene un cinco por ciento de poder, pues que lo ejerza. Pero es irracional que un partido que tiene ese cinco por ciento de poder pueda condicionar la formación del Gobierno. El pueblo no ha votado a uno y a otro para que uno de los dos gobierne, el pueblo ha votado a dos grandes partidos para que se pongan de acuerdo en gobernar y ninguno de ellos va por ese camino. Y así persiste la irracionalidad de los gobernantes que sólo sueñan con su propia vanidad y beneficios y jamás con los intereses legítimos de los ciudadanos. Las parcelas de poder que otorgan las urnas deberían respetarse. Es una anomalía jamás resuelta que los partidos bisagra jueguen con la voluntad mayoritaria de los españoles.  


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