viernes, 29 de octubre de 2010

SÁNCHEZ DRAGÓ



Esta semana ha habido una noticia que merece un pequeño comentario. Imagino que el abuso de absenta a veces hace decir y/o escribir cosas que uno debería callar, quizás por aquello de que sólo dicen la verdad los niños y los borrachos. Y luego no valen las justificaciones ni los matices. La metedura de pata de Dragó es tremenda porque se dio a conocer y mostró a una persona cuyos pensamientos se deleitan en las alcantarillas más pestilentes y ominosas de nuestra especie: la pedofilia. Esto quedaría así, sin merecer opinión alguna, si la también peculiar señora Esperanza Aguirre se hubiera callado y le hubiera despedido de Telemadrid. Pero no ha sido así, la alta dignataria política lo ha justificado poniendo de ejemplo, nada menos que a García Márquez y a Henry Miller: dos puntales de la literatura universal, frente a un personajillo de tres al cuarto que tiene fantasías sexuales con niñas. Y así estamos en nuestro país, viendo a un individuo de esta calaña por televisión dando opiniones e impartiendo ética con gafas de intelectual. Las cosas que pasan no hacen más que emponzoñar el ánimo de los que aspiramos a ser optimistas algún día. Alfred Hitchcock dijo que la televisión ha hecho mucho por la psiquiatría: no sólo ha difundido su existencia, sino que ha contribuido a hacerla necesaria.