Se dice por
ahí que se trata de la mejor película de Woody Allen. Lo dijeron en un
telediario, una manera muy eficaz de incitar al público para que vaya al cine.
No sé si sería por la presencia de Carla Bruni, y la influencia que esta
peculiar primera dama de Francia pueda tener por ahí. Lo cierto es que la
película me gustó y no encontré ninguna sorpresa: lo de jugar con el tiempo es
algo ya bastante manoseado, la literatura le da más o menos coherencia, yo lo
intenté en mi novela María León, haciendo uso de la palingenesia para
justificar la presencia del protagonista en distintas épocas históricas. Woody
Allen nos lleva a los años veinte por arte de magia, y allí nos encontramos con
la bravuconería de Heminway buscando pelea. Vimos "al pianista"
Adrien Brody interpretando a Dalí, que hablaba incesantemente de rinocerontes.
Toulouse Lautrec muy modosito y bien peinado, como si nunca hubiera sido un
desaforado concupiscente. En otras visitas al pasado aparecen Gauguin y Monet,
incluso, posiblemente, Luis XVI y María Antonieta ordenando la decapitación del
detective del siglo XXI que se coló en sus aposentos de Versalles. La
alborotada Josephine Baker parece estar también ahí, y muchos otros genios que
fueron coetáneos.
domingo, 22 de mayo de 2011
domingo, 8 de mayo de 2011
LA FERIA DE ABRIL
No he visto a
los amigos de otros años en la feria. No he visto a Salvador ni a Jesús y sus
circunstantes. Yo he sido el de siempre; pero el tiempo hace que lo de siempre
deje de estar ahí para dar paso a lo actual, y lo actual es viejo. Wyoming dice
que el rebujito deja la cabeza como un tambor, y un poeta dijo que el baile es una gilipollez vertical con una intención horizontal. Pero
el baile de sevillanas es otra cosa, es arte; hay emoción en los movimientos,
en los gestos y en las miradas. Puede haber aspiraciones horizontales en ese
baile, pero no destacan; más bien parecen intenciones de amor. No he visto tampoco
a mi primo Sebastián, quien me abrazó hace años en la feria; después, con él,
con mi primo, igual que con los otros primos y primas, a los que quiero, ha
continuado la rutina de vernos sólo en los funerales de los que nos van
dejando. Adoro la feria de abril, la de Palma, donde los andaluces nos han
aportado su alegría y su arte. Tal vez sea mejor no tomarse la vida demasiado
en serio y aprender a bailar sevillanas sin dejar de ser serios. He visto un
contoneo de cuerpos femeninos esbeltos con las faldas muy cortas, el carmín muy
rojo y las miradas fijas en el desconcierto de pensamientos embrujados por
realidades confusas. Llovía a ratos el sábado por la noche.
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