Thomas Jefferson |
Thomas
Jefferson fue el tercer presidente de EEUU y ha sido considerado un
sabio. Fue uno de los ocho padres fundadores de EEUU junto con John
Adams, Benjamin Franklin, Alexander Hamilton, John Jay, James Madison y George
Washington.
A
mí me ha llamado siempre la atención lo que dijo Jefferson sobre los bancos,
recuerdo dos cosas:
“Pienso
que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que
ejércitos enteros listos para el combate”.
“Si
un día el pueblo americano permite que los bancos privados controlen su moneda,
los bancos y todas las instituciones que florecerán en torno a ellos, privarán
a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por
la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo
sobre la tierra que sus padres conquistaron”.
Cuando
el presidente John F. Kennedy dio la bienvenida a los 49 ganadores
del Premio Nobel en la Casa Blanca, en 1962, dijo:
“Creo
que esta es la reunión más extraordinaria de talento y de saber humano que
jamás se haya reunido en la Casa Blanca, con la posible excepción de cuando
Thomas Jefferson cenaba solo”.
Perspicaz
y brillante Kennedy, como siempre.
Jefferson
se adelantaba al futuro y tenía razón: los bancos han llegado a convertirse en
la escoria de la sociedad, una escoria que los gobiernos deben permitir porque
están en sus manos. De cada día crece más su conducta reptil (Umbral), cada día
muestran más sus afilados colmillos a los ciudadanos de a pie. Hasta los mismos
empleados de sus oficinas tienen miedo, actúan con miedo, como si un ojo
asesino los acechara en cada uno de sus movimientos. Y los jefes, de regionales
hacia arriba, se vanaglorian de su cargo cuando deberían esconderse avergonzados
por la avaricia desmesurada de su labor, su visión del mundo se circunscribe al
dinero y eso hace que su pobreza moral sea patética y su dignidad exigua. Hay excepciones,
por transacciones empresariales, cuando vivía en Valencia, hice amistad con un
alto cargo de la banca, un subdirector general. Por aficiones comunes como la
filosofía, quedábamos de vez en cuando para comer. Lorenzo tenía un gran
sentido de la empatía. Me hablaba de Jean Jacques Rouseau y su discurso sobre
el origen de la desigualdad entre los hombres, en los restaurantes le gustaba
hacer conjeturas sobre los otros comensales: estos de la primera mesa serán amantes y vienen a comer aquí a escondidas
de sus respectivas parejas, ese matrimonio de allí… están completamente
aburridos y salen a comer con la intención de avivar una relación ya muerta…,
los que están detrás de ti están peleando…, esa mujer que come sola está
bebiendo demasiado vino, se la ve triste, seguramente se acaba de divorciar. Una
persona con la sensibilidad de Lorenzo no podía llegar más lejos en la banca,
era demasiado buena persona para el cargo que ocupaba y lo despidieron, así de
cruel es la banca. Para ocupar un alto cargo como el de Lorenzo no se puede
tener empatía, hay que ser despiadado, lo único importante no son las personas
y sus circunstancias, lo único importante es el dinero. A los gobiernos que
permiten estas malvadas instituciones les convendría comenzar a pensar que los
bancos no deberían existir con el modelo actual, tendrían que ser instituciones
razonables y sin ánimo de lucro, presididas por personas como mi amigo Lorenzo,
un servicio público en definitiva, pero no, ahí los humanos tenemos una llaga,
una vergonzosa llaga que permite a estos inmensos y arraigados parásitos que
introduzcan sus tentáculos sedientos de sangre en todos los hogares del mundo.
Los bancos tienen atrapada a la población y no hay nada que hacer. Las
instituciones que más podrían hacer por la ciudadanía se dedican a expoliar sus
recursos y a inflar la enjundia de sus buches.
Pesimismo,
esto es lo que se ve en el futuro de nuestros descendientes.
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