No he visto a
los amigos de otros años en la feria. No he visto a Salvador ni a Jesús y sus
circunstantes. Yo he sido el de siempre; pero el tiempo hace que lo de siempre
deje de estar ahí para dar paso a lo actual, y lo actual es viejo. Wyoming dice
que el rebujito deja la cabeza como un tambor, y un poeta dijo que el baile es una gilipollez vertical con una intención horizontal. Pero
el baile de sevillanas es otra cosa, es arte; hay emoción en los movimientos,
en los gestos y en las miradas. Puede haber aspiraciones horizontales en ese
baile, pero no destacan; más bien parecen intenciones de amor. No he visto tampoco
a mi primo Sebastián, quien me abrazó hace años en la feria; después, con él,
con mi primo, igual que con los otros primos y primas, a los que quiero, ha
continuado la rutina de vernos sólo en los funerales de los que nos van
dejando. Adoro la feria de abril, la de Palma, donde los andaluces nos han
aportado su alegría y su arte. Tal vez sea mejor no tomarse la vida demasiado
en serio y aprender a bailar sevillanas sin dejar de ser serios. He visto un
contoneo de cuerpos femeninos esbeltos con las faldas muy cortas, el carmín muy
rojo y las miradas fijas en el desconcierto de pensamientos embrujados por
realidades confusas. Llovía a ratos el sábado por la noche.
1 comentario:
No te bañarás dos veces en el mismo río. Un besazo, Pedro.
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