Este título
podría ser el de una rondaia con las aventuras de gente buena y sus anécdotas,
aunque hubiera demonios y gigantes; pero no es así. Se trata del título de un
artículo de prensa que habla de tres curas y un seglar investigados por delitos
de pederastia. Un asunto que ocupa muchos titulares en todos los medios de
comunicación. Estos delitos causan daños difíciles de reparar en las víctimas y
un corrosivo estupor a los que leemos las noticias. Se trata de un problema muy
antiguo: el emperador Tiberio llamaba pececitos a sus víctimas y mandaba
tirarlos por un acantilado de la isla de Capri cuando quería renovar la
compañía. Y ya en la edad media atribuían esta maldad a los íncubos y a los
súcubos. Parece que no hay solución para tal iniquidad, ni siquiera la
castración (química o quirúrgica) parece dar resultado, así que los eunucos
tampoco serían de fiar. Ante esta situación, y dado que muchos de los casos
actuales se atribuyen a los clérigos, uno se pregunta si los votos de castidad
sirven para algo, si el celibato no es un cruel anacronismo que daña el cerebro
a algunos de los que, seriamente, han hecho votos para vivir en contra su
propia naturaleza, pero uno se pregunta tantas cosas…
jueves, 27 de noviembre de 2014
jueves, 20 de noviembre de 2014
LA NATURALEZA HUMANA
Se trata de un
concepto sobre el que se han posicionado muchos filósofos. Darwin decía que
podía cambiar con el tiempo, Rouseau que era maleable; Hegel, Nietszche y
Sartre, entre otros, lo pusieron en entredicho; y la psicología moderna no se
define. Y nosotros, la gente de la calle, ¿qué tenemos que pensar? Pues yo creo
que empezamos a pensar que la naturaleza humana, entre otras cosas, tiene una
mancha que no varía con el tiempo, que no es maleable y que se hace ostensible
cada día en televisiones y periódicos: la corrupción. No podemos complacernos
apuntando nuestras miradas inquisidoras hacia los políticos porque somos
nosotros quienes los hemos elegido para que nos representen, y ahí sí que
tendrían razón algunos filósofos sobre la maleabilidad del término. El
empirista David Hume gastó toneladas de tinta escribiendo tratados sobre la
naturaleza humana, creo que fueron tres tomos de unas mil páginas cada uno. Lo
desmenuzó todo, buscando las partículas más pequeñas de la conducta. Uno puede
entretenerse y reflexionar con estos tratados, pero al final la sabiduría
popular siempre es más sabia (a pesar del comentario de Einstein), esa
sabiduría popular creo que le diría a Hume:
—No le des tantas vueltas: la cabra tira al
monte.
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