Todos juzgamos a las personas y a las cosas utilizándonos a
nosotros mismos como pauta, y por eso, tal vez, ningún psiquiatra ni psicólogo
pudo imaginar hasta dónde es capaz de llegar la maldad humana. Podrían haber
dado la voz de alarma; pero no, también está la deontología que les impide
informar de que hay un loco peligroso con apariencia de chico bueno pilotando
grandes aviones llenos de gente. Y así nuestros códigos y normas se
convirtieron en el arma asesina, igual que la puerta de seguridad de la cabina
que impide la entrada de terroristas pero no puede hacer nada cuando el
terrorista ya está dentro. El comandante no pudo entrar para evitar la
tragedia. El secreto profesional y la puerta de seguridad: ahí están las
trampas. A Lubitz lo habían dado de baja por desequilibrios cerebrales, y sólo
el médico y el paciente lo sabían; el copiloto hizo añicos el papelito que lo
inhabilitaba y el médico, con su silencio, actuó de acuerdo a su código
deontológico. Después salió demonio con su elegante uniforme de piloto y con su
cerebro lleno de alegres larvas de afilados colmillos pululando entre las
neuronas, salió caminando serenamente hacia los mandos del Airbus. Los
kamikazes que circulan en sentido contrario por la autopista, si tuvieran
licencia de vuelo, podrían hacer lo mismo porque son gente que quiere morir
matando, como Robespierre. Las páginas de la historia nos dejan otro teutón
alienado y maligno con muchos muertos en su cadavérica y putrefacta conciencia.
lunes, 30 de marzo de 2015
miércoles, 14 de enero de 2015
PÁNICO EN FRANCIA
El poder militar es tan sólido que ya no caben las guerras
del pasado. Francia aprendió la lección por las veces que fue invadida. Y así
el enemigo de Occidente entra por las grietas del orden establecido igual como
las ratas entran en las casas que tienen grietas. Esta guerra que nos declaran
los yihadistas no se puede ganar porque hay personas que viven aprisionadas en
el lodo “como si la garra del diablo los sostuviera desde las profundidades”,
(escribió Saramago). Estas personas se emboban al convencerse de que después de
haber asesinado a enemigos de su dios y de haberse inmolado encontrarán un
oasis celestial con bellísimas huríes, dátiles y aguas cristalinas. Se trata de
una perspectiva más apetitosa que la de continuar con el tedioso ritmo del día
a día terrestre. Según la Hégira los musulmanes viven en su año 1392, o sea: la
Edad Media de Occidente, y ellos no tienen un Fray Tomás de Torquemada, tienen
muchos; están dotados de armas cibernéticas y los hay por todas partes. Por eso
el pánico continuará en Francia, en España y en muchos otros países laicos. Los
yihadistas continuarán cometiendo atentados y nosotros despreciaremos
injustamente a la buena gente que vive en Europa y que practica esta religión.
No deberíamos hacer burlas contra su dios y ellos no deberían cometer
atentados. En fin… Voltaire escribió que el
mundo fue creado para hacernos rabiar, y yo creo que estaba en lo
cierto.
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