¿Qué
es la literatura? He leído por ahí que la literatura es un término que proviene
del latín Litterae y que se refiere a la acumulación de
conocimientos que permiten leer y escribir correctamente, pero el significado es
mucho más amplio. Antiguamente estaba dividido básicamente en tres géneros:
lírico, épico y dramático; pero los escritores tendemos a desafiar lo
establecido. El escritor peruano Santiago Roncagliolo dijo que la
literatura debe hablar de lo que nadie quiere. Recuerdo que
Unamuno dijo que lo que acababa de escribir no era una novela y determinó que
su novela Niebla era una Nivola, ¡vaya tontería! De esta novela recuerdo que la leí en plena canícula y que el protagonista miró fijamente la cama donde iba a dormir con su futura esposa y pensó: Misteriosos efluvios han de unir los dos cerebros. Ahora ya no hablaríamos de efluvios sino de unir o separar los pensamientos más íntimos en función de la afinidad sexual existente, que, según parece, es el motivo de que más de la mitad de matrimonios acaben en divorcio. Algo falla. (Mi hijo Roberto es Procurador de los Tribunales y tramita más de veinte divorcios cada mes.)
García Márquez inventó un personaje, Melquíades, que tenía las manos de gorrión, estuvo doscientos años muerto y se cansó de estar muerto y volvió al pueblo, genial. En mi novela María León la protagonista recuerda haber vivido miles y miles de vidas y las recuerda todas, desde que era un mono y saltaba de un árbol a otro. En la primera vida fue macho y en la siguiente hembra y así sucesivamente. Esa novela no es otra cosa que un ensayo sobre el amor y la maldad. Una novela puede ser un ensayo, me remito a la novela Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, que perturbó mis horas de sueño hasta que la acabé de leer. Así que para englobar toda la literatura dentro de los tres primeros géneros habría que crear muchos sub-géneros porque El Quijote, por ejemplo, podría estar dentro del género épico pero es mucho más que eso. Cervantes es, sin duda, el padre de la literatura universal. La literatura nos da libertad a los escritores para distorsionar la realidad, igual como la distorsiona la física cuántica que escupe relajadamente a la actual lógica humana. Y así tenemos una clara similitud entre la física cuántica y la literatura: ambas pueden transformar la realidad, embellecerla, ensuciarla, romperla, hacerla saltar por los aires... No sé quién definió la literatura así: La literatura es el arte que utiliza la palabra como instrumento. También cabe señalar que un buen literato no tiene que ser listo necesariamente, puede ser tonto, como fue el caso de Juan Ramón Jiménez; lo digo porque en un libro suyo se atrevió a escribir que él era el mejor del mundo, que nadie se acercaba a su nivel. Una especie de Cristiano Ronaldo. Después admitió que sólo un francés, un tal Baudelaire, se le estaba acercando. Me viene a la memoria Hermann Hesse, un autodidacta devorador de bibliotecas, Nobel de literatura y uno de los escritores más influyentes del siglo XX, recuerdo una página de El lobo estepario que empieza así: "Ahora sólo para locos: ..."
Los rusos: yo sólo conozco a tres: Tolstoi, Dostoievski y la rusa afincada en Nueva York Ayn Rand. Rand estableció un sistema filosófico idílico para la vida humana, pero utópico porque no llegamos a tal perfección. Pensaba que nadie tiene derecho a aprovecharse de los demás en beneficio propio, rechazaba el comunismo y la religión, tal vez porque fue testigo de cómo los comunistas rusos en el poder asesinaban a cualquiera que quisiera razonar, pensaba que sólo el capitalismo permite a un individuo razonar por sí mismo. El tiempo ha demostrado que Rand tenía razón porque el capitalismo moderado o no tan moderado es el sistema político adoptado en los países occidentales, y sigue siendo capitalismo gobierne la izquierda o la derecha. Atrás quedaron los extremismos de derechas y de izquierdas, aunque intenten sacar cabeza por ahí. En España tenemos al extremista-comunista Pablo Iglesias y en Francia tenemos a la sucesora de Le Penn, su hija. Alguna contradicción se puede vislumbrar en los pensamientos de Rand, pero yo he profundizado en su filosofía y la entiendo en el contexto en el que fue creada. También leí Aleksandr Solzhenitsyn, pero me causó cierta claustrofobia porque entonces yo era Cabo de Artillería allá en el año 1975. Cuando murió el dictador-generalísimo que nos tenían encerrados en el cuartel como los pobres moradores del archipiélago Gulag, sin afiladas concertinas metálicas, pero encerrados. Los rusos crearon inmensas novelas bellísimas pero sin el realismo mágico de Cervantes o de García Márquez.
Y para terminar con este artículo sobre la literatura, referirme sólo a un comentario de William S. Maugham: adquirir el hábito de la lectura es construirse un refugio contra casi todas las miserias de la vida. En la novela El filo de la navaja, Maugham se metió él mismo con su propio nombre, como uno de los personajes de la trama, fue curioso; no sé de nadie más que lo haya hecho. Aunque sé que todos los escritores dejamos pedacitos de nuestra propia alma en todo lo que escribimos.
García Márquez inventó un personaje, Melquíades, que tenía las manos de gorrión, estuvo doscientos años muerto y se cansó de estar muerto y volvió al pueblo, genial. En mi novela María León la protagonista recuerda haber vivido miles y miles de vidas y las recuerda todas, desde que era un mono y saltaba de un árbol a otro. En la primera vida fue macho y en la siguiente hembra y así sucesivamente. Esa novela no es otra cosa que un ensayo sobre el amor y la maldad. Una novela puede ser un ensayo, me remito a la novela Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, que perturbó mis horas de sueño hasta que la acabé de leer. Así que para englobar toda la literatura dentro de los tres primeros géneros habría que crear muchos sub-géneros porque El Quijote, por ejemplo, podría estar dentro del género épico pero es mucho más que eso. Cervantes es, sin duda, el padre de la literatura universal. La literatura nos da libertad a los escritores para distorsionar la realidad, igual como la distorsiona la física cuántica que escupe relajadamente a la actual lógica humana. Y así tenemos una clara similitud entre la física cuántica y la literatura: ambas pueden transformar la realidad, embellecerla, ensuciarla, romperla, hacerla saltar por los aires... No sé quién definió la literatura así: La literatura es el arte que utiliza la palabra como instrumento. También cabe señalar que un buen literato no tiene que ser listo necesariamente, puede ser tonto, como fue el caso de Juan Ramón Jiménez; lo digo porque en un libro suyo se atrevió a escribir que él era el mejor del mundo, que nadie se acercaba a su nivel. Una especie de Cristiano Ronaldo. Después admitió que sólo un francés, un tal Baudelaire, se le estaba acercando. Me viene a la memoria Hermann Hesse, un autodidacta devorador de bibliotecas, Nobel de literatura y uno de los escritores más influyentes del siglo XX, recuerdo una página de El lobo estepario que empieza así: "Ahora sólo para locos: ..."
Los rusos: yo sólo conozco a tres: Tolstoi, Dostoievski y la rusa afincada en Nueva York Ayn Rand. Rand estableció un sistema filosófico idílico para la vida humana, pero utópico porque no llegamos a tal perfección. Pensaba que nadie tiene derecho a aprovecharse de los demás en beneficio propio, rechazaba el comunismo y la religión, tal vez porque fue testigo de cómo los comunistas rusos en el poder asesinaban a cualquiera que quisiera razonar, pensaba que sólo el capitalismo permite a un individuo razonar por sí mismo. El tiempo ha demostrado que Rand tenía razón porque el capitalismo moderado o no tan moderado es el sistema político adoptado en los países occidentales, y sigue siendo capitalismo gobierne la izquierda o la derecha. Atrás quedaron los extremismos de derechas y de izquierdas, aunque intenten sacar cabeza por ahí. En España tenemos al extremista-comunista Pablo Iglesias y en Francia tenemos a la sucesora de Le Penn, su hija. Alguna contradicción se puede vislumbrar en los pensamientos de Rand, pero yo he profundizado en su filosofía y la entiendo en el contexto en el que fue creada. También leí Aleksandr Solzhenitsyn, pero me causó cierta claustrofobia porque entonces yo era Cabo de Artillería allá en el año 1975. Cuando murió el dictador-generalísimo que nos tenían encerrados en el cuartel como los pobres moradores del archipiélago Gulag, sin afiladas concertinas metálicas, pero encerrados. Los rusos crearon inmensas novelas bellísimas pero sin el realismo mágico de Cervantes o de García Márquez.
Y para terminar con este artículo sobre la literatura, referirme sólo a un comentario de William S. Maugham: adquirir el hábito de la lectura es construirse un refugio contra casi todas las miserias de la vida. En la novela El filo de la navaja, Maugham se metió él mismo con su propio nombre, como uno de los personajes de la trama, fue curioso; no sé de nadie más que lo haya hecho. Aunque sé que todos los escritores dejamos pedacitos de nuestra propia alma en todo lo que escribimos.