El río de los pájaros pintados |
Juan
Zorrilla de San Martín, poeta uruguayo de padre español y madre uruguaya,
bautizó el río Uruguay como el río de los pájaros pintados, y así lo
hacen saber los guías turísticos cuando llevan a la gente a una ruta que llaman
“City Tour”. Uno presta atención cuando escucha cómo se recuperan antiguas
perlas poéticas en esos paseos urbanos. El guía Explica que el nombre de la
capital de Uruguay: Montevideo, posiblemente se deba a una visión desde el mar
de aquellos intrépidos españoles que vinieron aquí a perturbar la paz de los
aborígenes. Desde el mar se ve un monte que es el que hace seis de Este a
Oeste, por ello, la cosa sería así: Monte VI D E O. Montevideo es la ciudad de
Benedetti, un poeta sensible, ya fallecido. Aún vivía cuando yo estuve allí.
Los libreros lo conocían bien, era Benedetti, un hombre que embellecía lo
cotidiano y hablaba dulce con el frustrado afán de que todo fuera más lindo: el
amor, la convivencia, la amistad... Bastan tus libros, Benedetti, los dejaste
ahí para que uno vuelva a leerte, o empiece a leerte; vuelva a estremecerse, o
empiece a estremecerse con la ternura y la sensibilidad que algún día nos
sonrojó. Y que ya hemos olvidado inmersos en un discurrir cotidiano que aquí,
en tu ciudad, todavía se puede soportar. Cenando solo en una terraza de la plaza de Montevideo me quedé observando a una pareja de adolescentes que con la música de un radiocassette de estos antiguos bailaban Tango por unas monedas. Puede que yo no haya visto un baile tan estilizado y perfecto como el de aquellos chicos. Tal vez la recaudación les bastó para poder cenar aquella noche.
A
los españoles nos llaman “Gallegos”. No les parece mal a los uruguayos que les
digas: “Tú eres”, a pesar del abrumador contraste con el “Vos sos” que utilizan
ellos.
En Uruguay pastan catorce
millones de cabezas de ganado y viven en este pequeño país menos de cuatro
millones de habitantes. Todas las tardes llueve, cae una lluvia limpia y amable
que nutre los campos para que aflore un verdor puro. Las colinas son suaves, no
vi brusquedades orográficas. La lluvia queda recogida en las vaguadas y forma
pequeños lagos azulados para que las reses y los pájaros puedan beber. En las
urbanizaciones no ponen barreras frente a las casas que obstruyan el paso,
amontonan la tierra y ésta queda cubierta inmediatamente de verde, un verde
natural que ofrece hospitalidad.
Punta del Este es el lugar
más cosmopolita de este pequeño país, es algo parecido al Puerto de Andratx o
Puerto Pollensa, por ejemplo, pero al estilo USA. Hay aeropuerto y se ven
aviones privados que pertenecen a los actores famosos que vemos en las películas
de Hollywood. Hay edificios inmensos, más allá de lo que estamos acostumbrados
a ver. Allí un apartamento en estos edificios inmensos puede costar más de dos
millones de dólares. Los restaurantes están en consonancia, como los mejores de
aquí. Así pues Punta del Este es la excepción, una especie de Shangri-La (Sangri-La
es el topónimo de un lugar ficticio descrito en la novela Horizontes Perdidos
publicada en 1933 por su creador, el británico James Hilton, llevada al cine en
blanco y negro con el fallecido actor Ronald Colman como protagonista) en un
país pobre y pequeño donde se puede ver a un ministro ir al trabajo en una antigua
Vespa. Vi una inmensa mansión que según me dijeron era de Fernando Collor de Mello,
ex presidente de Brasil que acabó destituido y creo que en la cárcel por
corrupto. A este corrupto personaje Gerge W. Bush lo llamaba Indiana Jons. El
océano Atlántico tiene dos caras en Punta del Este, una brava y la otra mansa,
a elegir. En la brava las olas son agresivas, nadie se mete en la playa, las
olas se llevarían a cualquiera. Y la mansa no es tan mansa como nuestras
playas. Los océanos no son como nuestro pacífico y agradable Mediterráneo. Fuera
de Punta del Este, que es un recinto para ricos, una persona puede tener una casa
en la playa, no hay problema; hay tierra llena de árboles que se vende
fraccionada a un precio razonable, imagino igual que Alcudia en los años
cincuenta, por ejemplo. La brisa austral de la playa apenas enrojece la piel de
un europeo, puede que en la otra parte del mundo el sol sea más condescendiente,
pero no lo sé.
Ceiba Speciosa |
En Uruguay
abunda la Ceiba Speciosa, un árbol más conocido en Sudamérica por Palo Borracho y aquí es más conocido por Chorisia. No muy atinadas esas
definiciones para nombrar a un precioso árbol que se llena de flores y
embellece las calles. En la rotonda del camino de Jesús de Palma hay dos
chorisias, una de ellas se llena de flores en primavera.
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