lunes, 2 de marzo de 2020

EL URUGUAY

El río de los pájaros pintados
Para nosotros el artículo sobra, basta con decir Uruguay, pero en este pequeño país sudamericano sus habitantes dicen "El Uruguay", y no se refieren a ellos mismos como uruguayos sino como orientales porque claro, este país está en la parte oriental del continente. Yo aterricé en Buenos Aires y fui a tomar un barco con la intención de atravesar el río de la Plata y llegar a Uruguay. Creí que sería una gabarra, pero no; era un barco igual que los que van desde Palma a Valencia, un barco enorme. Atravesamos el río navegando más de una hora por unas aguas color café con leche que chocaban de forma perpendicular contra el navío, pero éste ni se inmutaba.

Juan Zorrilla de San Martín, poeta uruguayo de padre español y madre uruguaya, bautizó el río Uruguay como el río de los pájaros pintados, y así lo hacen saber los guías turísticos cuando llevan a la gente a una ruta que llaman “City Tour”. Uno presta atención cuando escucha cómo se recuperan antiguas perlas poéticas en esos paseos urbanos. El guía Explica que el nombre de la capital de Uruguay: Montevideo, posiblemente se deba a una visión desde el mar de aquellos intrépidos españoles que vinieron aquí a perturbar la paz de los aborígenes. Desde el mar se ve un monte que es el que hace seis de Este a Oeste, por ello, la cosa sería así: Monte VI D E O. Montevideo es la ciudad de Benedetti, un poeta sensible, ya fallecido. Aún vivía cuando yo estuve allí. Los libreros lo conocían bien, era Benedetti, un hombre que embellecía lo cotidiano y hablaba dulce con el frustrado afán de que todo fuera más lindo: el amor, la convivencia, la amistad... Bastan tus libros, Benedetti, los dejaste ahí para que uno vuelva a leerte, o empiece a leerte; vuelva a estremecerse, o empiece a estremecerse con la ternura y la sensibilidad que algún día nos sonrojó. Y que ya hemos olvidado inmersos en un discurrir cotidiano que aquí, en tu ciudad, todavía se puede soportar. Cenando solo en una terraza de la plaza de Montevideo me quedé observando a una pareja de adolescentes que con la música de un radiocassette de estos antiguos bailaban Tango por unas monedas. Puede que yo no haya visto un baile tan estilizado y perfecto como el de aquellos chicos. Tal vez la recaudación les bastó para poder cenar aquella noche.  

A los españoles nos llaman “Gallegos”. No les parece mal a los uruguayos que les digas: “Tú eres”, a pesar del abrumador contraste con el “Vos sos” que utilizan ellos.















En Uruguay pastan catorce millones de cabezas de ganado y viven en este pequeño país menos de cuatro millones de habitantes. Todas las tardes llueve, cae una lluvia limpia y amable que nutre los campos para que aflore un verdor puro. Las colinas son suaves, no vi brusquedades orográficas. La lluvia queda recogida en las vaguadas y forma pequeños lagos azulados para que las reses y los pájaros puedan beber. En las urbanizaciones no ponen barreras frente a las casas que obstruyan el paso, amontonan la tierra y ésta queda cubierta inmediatamente de verde, un verde natural que ofrece hospitalidad.

Punta del Este es el lugar más cosmopolita de este pequeño país, es algo parecido al Puerto de Andratx o Puerto Pollensa, por ejemplo, pero al estilo USA. Hay aeropuerto y se ven aviones privados que pertenecen a los actores famosos que vemos en las películas de Hollywood. Hay edificios inmensos, más allá de lo que estamos acostumbrados a ver. Allí un apartamento en estos edificios inmensos puede costar más de dos millones de dólares. Los restaurantes están en consonancia, como los mejores de aquí. Así pues Punta del Este es la excepción, una especie de Shangri-La (Sangri-La es el topónimo de un lugar ficticio descrito en la novela Horizontes Perdidos publicada en 1933 por su creador, el británico James Hilton, llevada al cine en blanco y negro con el fallecido actor Ronald Colman como protagonista) en un país pobre y pequeño donde se puede ver a un ministro ir al trabajo en una antigua Vespa. Vi una inmensa mansión que según me dijeron era de Fernando Collor de Mello, ex presidente de Brasil que acabó destituido y creo que en la cárcel por corrupto. A este corrupto personaje Gerge W. Bush lo llamaba Indiana Jons. El océano Atlántico tiene dos caras en Punta del Este, una brava y la otra mansa, a elegir. En la brava las olas son agresivas, nadie se mete en la playa, las olas se llevarían a cualquiera. Y la mansa no es tan mansa como nuestras playas. Los océanos no son como nuestro pacífico y agradable Mediterráneo. Fuera de Punta del Este, que es un recinto para ricos, una persona puede tener una casa en la playa, no hay problema; hay tierra llena de árboles que se vende fraccionada a un precio razonable, imagino igual que Alcudia en los años cincuenta, por ejemplo. La brisa austral de la playa apenas enrojece la piel de un europeo, puede que en la otra parte del mundo el sol sea más condescendiente, pero no lo sé.


Ceiba Speciosa

En Uruguay abunda la Ceiba Speciosa, un árbol más conocido en Sudamérica por Palo Borracho y aquí es más conocido por Chorisia. No muy atinadas esas definiciones para nombrar a un precioso árbol que se llena de flores y embellece las calles. En la rotonda del camino de Jesús de Palma hay dos chorisias, una de ellas se llena de flores en primavera.

No hay comentarios: