domingo, 6 de noviembre de 2022

THOMAS JEFFERSON, VATICINIOS DE UN SABIO.

Thomas Jefferson

Thomas Jefferson fue el tercer presidente de EEUU y ha sido considerado un sabio.  Fue uno de los ocho padres fundadores de EEUU junto con John Adams, Benjamin Franklin, Alexander Hamilton, John Jay, James Madison y George Washington.

A mí me ha llamado siempre la atención lo que dijo Jefferson sobre los bancos, recuerdo dos cosas:

“Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate”.

“Si un día el pueblo americano permite que los bancos privados controlen su moneda, los bancos y todas las instituciones que florecerán en torno a ellos, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo sobre la tierra que sus padres conquistaron”.

Cuando el presidente John F. Kennedy dio la bienvenida a los 49 ganadores del Premio Nobel en la Casa Blanca, en 1962, dijo:

“Creo que esta es la reunión más extraordinaria de talento y de saber humano que jamás se haya reunido en la Casa Blanca, con la posible excepción de cuando Thomas Jefferson cenaba solo”.

Perspicaz y brillante Kennedy, como siempre.

Jefferson se adelantaba al futuro y tenía razón: los bancos han llegado a convertirse en la escoria de la sociedad, una escoria que los gobiernos deben permitir porque están en sus manos. De cada día crece más su conducta reptil (Umbral), cada día muestran más sus afilados colmillos a los ciudadanos de a pie. Hasta los mismos empleados de sus oficinas tienen miedo, actúan con miedo, como si un ojo asesino los acechara en cada uno de sus movimientos. Y los jefes, de regionales hacia arriba, se vanaglorian de su cargo cuando deberían esconderse avergonzados por la avaricia desmesurada de su labor, su visión del mundo se circunscribe al dinero y eso hace que su pobreza moral sea patética y su dignidad exigua. Hay excepciones, por transacciones empresariales, cuando vivía en Valencia, hice amistad con un alto cargo de la banca, un subdirector general. Por aficiones comunes como la filosofía, quedábamos de vez en cuando para comer. Lorenzo tenía un gran sentido de la empatía. Me hablaba de Jean Jacques Rouseau y su discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, en los restaurantes le gustaba hacer conjeturas sobre los otros comensales: estos de la primera mesa serán amantes y vienen a comer aquí a escondidas de sus respectivas parejas, ese matrimonio de allí… están completamente aburridos y salen a comer con la intención de avivar una relación ya muerta…, los que están detrás de ti están peleando…, esa mujer que come sola está bebiendo demasiado vino, se la ve triste, seguramente se acaba de divorciar. Una persona con la sensibilidad de Lorenzo no podía llegar más lejos en la banca, era demasiado buena persona para el cargo que ocupaba y lo despidieron, así de cruel es la banca. Para ocupar un alto cargo como el de Lorenzo no se puede tener empatía, hay que ser despiadado, lo único importante no son las personas y sus circunstancias, lo único importante es el dinero. A los gobiernos que permiten estas malvadas instituciones les convendría comenzar a pensar que los bancos no deberían existir con el modelo actual, tendrían que ser instituciones razonables y sin ánimo de lucro, presididas por personas como mi amigo Lorenzo, un servicio público en definitiva, pero no, ahí los humanos tenemos una llaga, una vergonzosa llaga que permite a estos inmensos y arraigados parásitos que introduzcan sus tentáculos sedientos de sangre en todos los hogares del mundo. Los bancos tienen atrapada a la población y no hay nada que hacer. Las instituciones que más podrían hacer por la ciudadanía se dedican a expoliar sus recursos y a inflar la enjundia de sus buches.

Pesimismo, esto es lo que se ve en el futuro de nuestros descendientes.


domingo, 16 de enero de 2022

ESTIGMAS DE UNA LEVE MALDAD CONGÉNITA









Voy a tratar de escribir sobre lo que considero un mal endémico de gran arraigo. Al preguntarme por qué muchos niños en todo el mundo tienen más afán por buscar defectos en sus congéneres para burlarse que deseos de encontrar la amistad y el compañerismo, debo concluir que no lo sé, pero creo que los niños se contagian de lo que escuchan en sus casas y en sus colegios y por tanto podría tratarse de una especie de virus contagioso con origen epígono. No sé cuál pude ser el porcentaje del arraigo, creo que cambia según el municipio, la provincia, el país... Puedo afirmar esto debido a que yo nunca pertenecí al grupo de personas que se burlan de los demás, más bien yo formaba parte de los débiles que sufrían las burlas ridículas de los más pretenciosos que al final han resultado ser los menos listos. Por qué nunca tuve amigos en mi pueblo, pues por eso. Sólo comencé a tener amigos cuando salí del pueblo, a los dieciocho años, cuando me presenté para el servicio militar. Fue entonces cuando me di cuenta de que yo era una persona normal, aunque persistían mis dudas porque ninguna de las chicas que me gustaron en aquella época mostró el más mínimo interés por mí, así que nunca tuve novia hasta que conocí a una preciosa chica castellana y me casé con ella a los dos meses de haberla conocido, yo tenía veintitrés años. Nunca hablamos el mallorquín en casa, no lo enseñé a mis hijos. Mi juventud en el pueblo y con el idioma de mis padres me parecía una época hostil y continúo pensando lo mismo: hasta que salí del pueblo no salió a flote mi dignidad. Pasados los años, mis mejores amigos siempre han sido castellano parlantes con orígenes de fuera de la isla. Me pregunto si yo nací en lugar equivocado porque ni siquiera sé escribir en mi idioma materno y no me reconozco cuando me traducen. He trabajado unos siete años fuera de la isla, en Valencia y en Madrid y sí me sentí allí como si fuera mi tierra, el nivel de compañerismo y de empatía que encontré allí fue mucho mayor del que hay en Mallorca. Se puede hallar una explicación: desde la antigüedad los isleños siempre vivieron con el miedo a los conquistadores que venían a apoderarse de las islas Gimnesias y pitiusas, hordas que avasallaban a los aborígenes, les quitaban sus propiedades, violaban a sus mujeres y después mataban a todos, incluso a los niños. Y así podemos sospechar del origen de los grandes terratenientes que quedan en las islas. La gran riqueza muchas veces procede de la delincuencia del pasado (ahora ya sólo se hacen ricos los genios y merecen un fuerte aplauso: Bill Gates, Elon Musck, Jeff Bezos, el mallorquín Gabriel Escarrer, etc) Por ejemplo, la Banca March tiene un origen delictivo, pero ahora, menos mal, ya han quitado el nombre del pirata multimillonario de una de las grandes avenidas de Palma, como si alguien con autoridad en el ayuntamiento hubiera leído mis comentarios al respecto) algo de cordura se ve en este cambio. Y así el carácter mallorquín es arisco, desconfiado y cerrado en sus conversaciones o en su capacidad para abrir las puertas de su casa a un vecino para tomar café. No me siento identificado en general con la tierra donde nací ni con su gente ni con ninguna tendencia política porque no existen posturas eclécticas. Me encanta que vengan amigos a tomar café a mi casa, pero aquí no es como en Madrid ni como en Valencia, aquí no hay amigos para venir a tomar café a mi casa. Las casas son como criptas de intimidades misteriosas, sin música ni baile. Ahora que habéis pasado de los sesenta años ¿dónde está vuestra arrogancia? ¿Dónde está la chulería que os llevaba a burlaros de los más bajitos o de los que tenían algún defecto? La vida os ha acobardado ¿verdad? Os habéis quedado resignados y esclavos en el redil de vuestra propia estupidez. Lo más elemental, simple y modesto de la existencia es mucho más grande y complejo que la capacidad que tenéis para entenderlo.