lunes, 24 de mayo de 2010

NACIONALISMOS


Albert Einstein
Fue Albert Einstein quien dijo: El nacionalismo es una enfermedad infantil, es el sarampión de la humanidad. Y yo me pregunto qué motivos tendría para decir eso el hombre que, posiblemente, haya sido el más sabio entre los humanos. Tal vez las barreras son malas, él lo vería así. Pero hay algo que cantaba Raimon: “… quien pierde sus orígenes pierde identidad”. Será cierto que tenemos alguna atadura con nuestros orígenes. Esta circunstancia genética es la que aprovechan los políticos para incentivar los ánimos hacia actitudes que acentúen nuestra identidad. No está mal. Lo malo es que esa reafirmación a veces nos conduce a despreciar a los que no tienen nuestras costumbres ni hablan nuestro idioma. Y precisamente ahí es donde se hacen ostensibles algunas de nuestras bajezas: no mostramos desdén hacia los que tienen dinero, sólo hacia los pobres. Pero, además, cerramos puertas con los idiomas y marginamos a los demás al tiempo que nos marginamos a nosotros mismos. Los nacionalistas son gentes que se han enrarecido tras sus insignias esperpénticas, una manera de llenar vacíos; pero no tienen la culpa de nada. Los culpables son aquellos que actúan movidos por intenciones zurcidas en la trastienda. Y así sabemos que lo de procurar el bien común es pura demagogia. 

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